El arte es esto para mí, para esta niña vieja que hoy soy. Es esta realidad imaginada que inevitablemente existe en un mundo creado por uno para sobrevivir explicándose inexplicables, es la emoción misma dibujada, declamada, escrita, meciéndose bajo nuestra piel y en última instancia, exhibida y compartida, en este espacio, hoy ante ustedes.
Bienvenido/a a este tambaleante vaivén de mi oscilografía.


jueves, 3 de febrero de 2011



cOLECCIONES


En una de las muchas mudanzas que pueden darse a lo largo y ancho de unos treinta años de vida, encontré una antigua colección. Era un recuerdo importante de mi infancia. Numerosos papeles de colores cuidadosamente ubicados por tamaños, motivos y olores (los había hasta perfumados ¿se acuerdan?). Creo que esta debió de ser mi primera colección. A los papeles de carta, un clásico en mi época, siguieron los lapices de papel. A estos los bolígrafos y todo lo que sirva para escribir en general. Tengo hasta hoy lapices especiales para escribir sobre madera y vidrio. Bolígrafos que los use hasta terminar, otros que fueron guardados nuevitos.
Luego vinieron los boletos de colectivos, las entradas a teatros y conciertos, los pasajes de mis numerosos viajes (en un tiempo) y después esto de coleccionar se volvió como una especie de obsesión, una ridícula forma de vida. Esta manía de coleccionar finalmente me empezó a marcar y logró de cierta forma degenerar mi realidad. Una colección de amantes, de recuerdos escabrosos, de salidas improvisadas y lluviosas, se mezclan con agendas de diferentes tamaños, todas a medio llenar y de años anteriores.
Mi antigua colección de juguetes y peluches verdes encontro un lugar útil y fue heredada por mi pequeña hija.
Las numerosas casas en las que me ha tocado vivir fueron habitadas por mis muchos duendes de cerámica y mis otros muchos amigos, hermanos e hijos adoptivos. Un sinfín de recortes de revistas y flores secas, pensadas para otros tantos collages imaginarios aparecen y desaparecen de entre mis agendas y libros.
La colección de cortazar y discos ha ido menguando, parando creo en buenas manos, en las de los que conforman mi colección de abrazos agradecidos, y a tiempo. Sobre la mesita de luz hoy junto novelas a medio leer, en mi bolso solidarizan el maquillaje, que compro y nunca uso, con variedad de papelitos con poemas muy cursis, que siempre empiezo y casi nunca los termino. También estan la caja de puchos, algun encendedor robado, al que también por si acaso lo guardo, aunque este ya no funcione.
Cabe resaltar que como toda mujer, tengo inmensidad de carteras y zapatos innecesarios, ropa interior que casi nunca uso y vestidos, para festejar esta vida. A la que estoy pensando seriamente en volverla una pieza invalorable, y por supesto, también coleccionable, no sea cosa que sea vista como un simple cachivache. Porque asi como atesoro mi historia (acosada siempre por la mala memoria) a través de tontos objetos inanimados, prefiero seguir palpando recuerdos, esos que aun transmiten calor a través del contacto contacto con mi cuerpo.


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