El arte es esto para mí, para esta niña vieja que hoy soy. Es esta realidad imaginada que inevitablemente existe en un mundo creado por uno para sobrevivir explicándose inexplicables, es la emoción misma dibujada, declamada, escrita, meciéndose bajo nuestra piel y en última instancia, exhibida y compartida, en este espacio, hoy ante ustedes.
Bienvenido/a a este tambaleante vaivén de mi oscilografía.


viernes, 23 de julio de 2010



eL DUENTE DE TUS JAZMINES


3RA PARTE


Personajes: La mujer mecedora, el Señor Hombre, Cucha Duende

MECEDORA: ¿Hombre, qué es lo que tienes?
SEÑOR H: Por fin apareces, pensé que este sueño ya no tendría… ¿Dónde es que te has metido?
MECEDORA: Para que deseas saberlo
SEÑOR H: Es que después de que te encontré me sentí mal y desperté con una “chuca duende”
MECEDORA: ¿Cucha duende no será?
SEÑOR H: Sí, eso. La cosita esa quería que le quite la picazón.
MECEDORA: ¿Y tú que?
SEÑOR H: Bueno, trate… pero ella es una tonta burlona, no supo entender lo que le pedí
MECEDORA: ¿Que le has pedido?
SEÑOR H: Que tratara de ser una mujer así yo me animaría sacarle esa su picazón.
MECEDORA: Pero ella no es una mujer, es una Cucha duende.
SEÑOR H: Se lo dije, le dije que somos diferentes, de mundos opuestos pero es de burra
MECEDORA: Sí, lo es
SEÑOR H: Sí, aparte es rara… su forma… sus orejas… su cuello… su estatura… ¡Bah! ¿quién se fijaría en un Pucha ende?
MECEDORA: Cucha duende
SEÑOR H: Eso… aparte tiene ese olor como de hojas de jardín, y es así… toda alborotada. saltando de un lugar a otro. Pues ¿cómo te fijarías en ella si no se queda quieta? Más encima contando a viva voz que le pica allá abajo… ¡es desubicada!
MECEDORA: Sí, lo es (se miran los dos y se hace un silencio aburrido)
SEÑOR H: Que silencio hay, ¿verdad?
MECEDORA: Tienes razón
SEÑOR H: Bueno, la trucha duende esa por lo menos mete ruido, ¿verdad?
MECEDORA: Mucho ruido.
SEÑOR H: Mecedora
MECEDORA: ¿Qué?
SEÑOR H: Me pica
MECEDORA: ¿Allá abajo?
SEÑOR H: ¡No, arriba, en la cabeza!
MECEDORA: ¡Ah! eso es raro…
SEÑOR H: Me pica mucho ¿sabes?
MECEDORA: Usa tus manos
SEÑOR H: ¿Las dos?
MECEDORA: Ni modo que una sola
SEÑOR H: Bueno (y se toca allá abajo)
MECEDORA: ¡Epa! ¿qué vas ha hacer?
SEÑOR H: Usar las manos como me has dicho
MECEDORA: No bobo, las manos son para que me aplaudas
SEÑOR H: ¿Por qué?
MECEDORA: Porque a mi también me pica y no me rasco
SEÑOR H: Bien, si no hay de otras (aplaude triste). Mecedora… a pesar de que te aplaudo no deja de picarme. Será mejor que camine un poco para que se me pase.
MECEDORA: Pues si te hace sentir mejor hazlo… (sale el hombre y ella busca enojada por todos lados) ¡Cucha duende! ¿dónde te has metido? ¡Ven acá!
C-DUENDE: No, sólo saldré si el hombre se ha ido
MECEDORA: Ya se fue, ven
C-DUENDE: ¿Qué quieres Mecedora?
MECEDORA: Dime, ¿qué le has hecho al hombre ese?
C-DUENDE: Nada, el es mal ser y falto de gracia. (Llora) ¡No quiero volver a verlo!
MECEDORA: ¿Por qué? ¿Acaso no querías que te quite la picazón?
C-DUENDE: Sí, pero en vez de que se me quite… ¡Ahora me duele!
MECEDORA: (asustada) ¿Allá abajo?
C-DUENDE: No, arriba
MECEDORA: ¿En la cabeza?
C-DUENDE: No, en el alma
MECEDORA: ¡Ah, ya sabia yo que seria todo un lío! Cucha duende, a eso me refería con que no estabas preparada.
C-DUENDE: Ya lo se, pero ¿cómo yo que no conozco a hombre alguno lo sabría? Creo que el hombre es un ser que te estresa… ¿no lo crees mecedora?
MECEDORA: Pobre mi dulce y tonta Cucha duende… lo que nos faltaba… te duele el alma. Dime ¿desde cuándo?
C-DUENDE: Desde que el hombre me miro con esos ojos que no se.
MECEDORA: Esto ya se puso feo… mejor me voy a cazar bichos de verdad… nos vemos (Entra el hombre enojado y la ve )
SEÑOR H: Por fin te encuentro Puchas Duende
C-DUENDE: ¡Cucha duende! ya te lo dije
SEÑOR H: Lo que sea … ¿y a ti que te pasa?
C-DUENDE: No molestes, quiero estar sola
SEÑOR H: Pero, hace unas horas querías que te saque la picazón, ¿y ahora quieres estar sola?
C-DUENDE: Sí, ahora cállate y déjame sola
SEÑOR H: Pero así nunca podrás ser una mujer
C-DUENDE: Ya no quiero siquiera parecer una mujer
SEÑOR H: ¿Por qué?
C-DUENDE: Porque si los hombres son así… no quiero imaginar como serán las mujeres… (llora desconsoladamente)
SEÑOR H: ¿Qué estas diciendo? Me das más picazón en la cabeza y… ¿Por qué lloras? Tu no eres así
C-DUENDE: ¿Y cómo soy hombre dime?
SEÑOR H: Bueno, eres hincha… rompe… loca…
C-DUENDE: Ahora ya no puedo
SEÑOR H: ¿Por qué?
C-DUENDE: Porque me duele
SEÑOR H: (asustado) ¿Allá abajo?
C-DUENDE: No
SEÑOR H: ¿Arriba?
C-DUENDE: No
SEÑOR H: (enojado) ¿Dónde entonces?
C-DUENDE: En el alma.
SEÑOR H: Pero es lo más tonto que he escuchado en mi vida… sólo falta que me digas que estas con depresión…
C-DUENDE: ¡Eres insensible, patético, burlón, de mal carácter, falto de encantos! ¡Eres horrible! (se tira para pegarle)
SEÑOR H: ¡Epa! ¿qué pasa? Quietecita… (la detiene entre sus brazos y no resiste besarla)
C-DUENDE: ¡Deja! ¿qué estas haciendo?
SEÑOR H: No lo se, pero ahora me duele
C-DUENDE: ¿La cabeza?
SEÑOR H: No, allá abajo
C-DUENDE: Y a mi me pica
SEÑOR H: ¿El alma?
C-DUENDE: No, la cabeza. ¿Y que haremos ahora Señor Hombre?
SEÑOR H: No lo se, pero quizás si te beso y uso mis manos
CDUENDE: ¿Las dos?
SEÑOR H: Claro, ni modo que una sola
C-DUENDE: Probemos (se le acerca la besa, la acaricia y ruedan enredados por el suelo)
¿Y qué fue eso señor hombre?
SEÑOR H: No lo se , pero ahora me pica mas la cabeza, me duele mas allá abajo y en el medio siento que me quemo, ¿y tu que sientes?
C-DUENDE: Bueno… yo siento que me arde en el medio, que me pica allá abajo y que de tanta confusión ya me duele la cabeza.
SEÑOR H: Quizás con mas práctica se nos quite la picazón, el ardor y ese dolor de cabeza. ¿No crees Cucha duende? C-DUENDE: Puede ser que con imaginación y predisposición se nos pasen las picazones los ardores y los dolores Señor hombre...
(se tira sobre el y salen enredados y rodando por el piso nuevamente)

FIN